Un retrato del CETC (Centro de Experimentación del Teatro Colón) a través de la preparación para el estreno de una obra a lo largo de una semana. Tras el registro minucioso de los que trabajan para que esto sea posible, se deja ver la historia de una institución cultural, el recuerdo de Gerardo Gandini y un homenaje casi secreto a una película de Rafael Filippelli.
Productor, guionista y director: Juan Villegas
Directora de fotografía: Inés Duacastella
Montaje: Guillermina Chiariglione
Dirección de sonido: Valeria Fernández
Empresa de producción: Tresmilmundos Cine
Con el apoyo de: INCAA, Mecenazgo, Fondo Nacional de las Artes, Universidad del Cine
“El CETC, un cuarto de siglo y un film que le hace justicia.”
Pablo Gianera, La Nación
“Y en ese mostrar la cotidianeidad, de mostrar los espacios más íntimos del lugar, por acumulación y cercanía, cada tacho de luz que se direcciona, cada pieza que se ubica en ese sótano, que funciona como un todo en contra de la imposición estética, Juan Villegas permite que transitemos en la cocina del acto creativo y con la misma rebeldía y fascinación con la que sus hacedores trabajan.”
Rolando Gallego, Escribiendo Cine
“El Centro de Experimentación del Teatro Colón y la figura mítica y espectral de Gerardo Gandini son los protagonistas conceptuales de este retrato, que tiene como escena casi excluyente el sótano del Colón convertido en sala y zona de contienda estética, espacio concebido dialécticamente y en tensión respecto de la sala principal, donde suele vindicarse el canon musical.”
Roger Koza, catálogo del Doc Buenos Aires
“El filme de Juan Villegas se llama Los trabajos y los días, como el poema de Hesíodo. Pero, en este caso, los personajes no vienen de la mitología. Son electricistas, atrecistas y escenógrafos de una sala pequeña, en los sótanos del Colón, que la están preparando para el concierto de la noche. Esos “trabajos” de organización material y de administración de recursos hacen posible la música que se escucha en el final del filme. Trabajan no solo los iluminadores, los escenógrafos y todos los oficios que montan la escena ocupada, poco después, por los artistas. Trabajará el público que tenga la ocurrencia de meterse en una de estas sesiones de música que todavía no ha sido domada por la repetición secular de vítores y aplausos. En su filme, Villegas acertó al poner el trabajo en primer plano.”
Beatriz Sarlo, Diario El País (Madrid)